Pregunté si había alguna forma realista de conseguir que “las mujeres practiquen sexo como los hombres”.
-Has de ser una auténtica zorra –dijo Charlotte-. Eso, o ser increíblemente dulce.
-Es demasiado tarde para la dulzura –replicó Carrie.
-En ese caso tendrás que convertirte en una zorra –dijo Magda-. Pero olvidas algo.
-¿Qué?
-Que podrías enamorarte.
-Lo dudo –contestó Carrie. Se reclinó en su butaca. Vestía unos tejanos y una chaqueta raída de Yves Saint-Laurent. Se sentó con las piernas separadas, como un hombre-. Voy a hacerlo. Voy a convertirme en una zorra.
La miramos y nos echamos a reír.
-¿Qué ocurre? –preguntó.
-Que ya lo eres.
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